El liderazgo es una de las cualidades laborales más valoradas en la actualidad. Un buen líder es capaz de guiar una empresa hacia el éxito, teniendo presente diversas acciones y estrategias corporativas para alcanzar su propósito. De ahí que el concepto de “líder” vaya más allá que el de “jefe”.
Parece lo mismo, pero no lo es. De hecho, hay grandes diferencias entre “mandar” y “liderar”. Para ser un jefe hacen falta jerarquías y objetivos que cumplir, pero para ser un líder (y un buen líder) hace falta mucho más.
¿Qué entendemos cuando hablamos de líder y jefe?
Antes de comenzar con todos los detalles es necesario conocer la diferencia entre líder y jefe, por lo que es necesario saber cuál es la definición exacta de ambos.
Según la Real Academia Española, un jefe es “El superior o cabeza de una corporación, partido u oficio”, mientras que un líder es definido domo “Persona que dirige o conduce un partido político, un grupo social u otra colectividad”.
Ahora bien, ¿qué es exactamente lo que les diferencia? Veamos al detalle ambos perfiles. Reconocer a los jefes y líderes de tu empresa o de tu coworking en Madrid ahora será pan comido.
Las formas lo son todo, ¿cómo impone su autoridad?
Si analizamos las conductas de ambos perfiles descubriremos que un jefe siempre tratará de imponer su autoridad colocándose por encima del equipo, demostrando que es él quien lleva el mando.
Sin embargo, si observamos a un líder, siempre se bajará al barro. Este tipo de personas intentan inspirarse desde la frase “yo puedo ser útil aquí” más que en “yo soy el que manda aquí”.
Un jefe siempre va sentir la necesidad de imponer sus criterios sobre otros e impondrá sus órdenes debido a la autoridad o rango que posee sin necesidad de explicar el porqué de sus actos.
Un líder escucha a su equipo, convence y ejemplifica. Los argumentos de un líder no buscan echar por tierra las opiniones del resto si no construir un conocimiento en conjunto y un plan de acción. Se ganará la confianza de su equipo y no tendrá la necesidad de imponer nada, puesto que con explicarse será suficiente.
En definitiva, un jefe siempre impondrá su autoridad frente al resto. Un líder se mostrará como uno más en el ruedo, acudiendo a su posición autoritaria solo en determinados casos.
Gestión de problemas
En la gran mayoría de casos, la diferencia entre líder y jefe se encuentra en que un jefe siempre busca señalar a quien ha cometido el error, es decir, sigue la creencia de buscar culpables. Un líder sabe entender los errores y reorientar la situación. Busca resolver los problemas sin repercutir de forma negativa al equipo.
Clima laboral generado
El clima laboral de un equipo es un gran determinador para dilucidar si el responsable se trata de un líder o de un jefe.
En el caso de compañías a cargo de un jefe, solemos encontrar un grupo reducido de personas afines al jefe, que intentan agradarlo, pero no están muy abiertos a favorecer la inclusión de nuevas personas y el apoyo hacia estas sería nulo.
Mientras que, en las organizaciones bien lideradas, no existen distinciones y no encontramos estos pequeños grupos. Ya que el líder fomenta la inclusión de todos los empleados, quedando claro que, si una nueva persona pasa a formar parte del equipo, todos deben estar dispuestos a colaborar y a hacerle sentir uno más.
Visión de proyectos
Muchos jefes incurren en el error de asumir los logros del equipo como propios, lo que genera malestar entre los subordinados, quienes son los que realmente ejecutan las tareas.
En muchos casos, este error se comete porque el jefe asume de forma natural que el equipo está allí para ejecutar lo que él ordena. Por lo tanto, si la tarea sale bien, el mérito es suyo.
Los líderes con frecuencia están orientados a los resultados grupales, por eso les resulta vital conocer a su equipo y hacer que cada integrante desee dar lo mejor de sí. Como contraparte, las personas se sienten cómodas cumpliendo sus tareas porque saben que su esfuerzo es reconocido y valorado.
Empatía
Un jefe sin liderazgo generalmente no es capaz de conectar con su equipo de trabajo. Por eso pasa por alto la gestión emocional, ya que o no sabe cómo hacerlo o, peor aún, no le interesa.
Esta falta de empatía se traduce en una deshumanización del equipo de trabajo, a quienes se ve simplemente como un medio para el logro de objetivos, sin considerar sus circunstancias personales, sus expectativas, temores o puntos de vista.
Un buen líder no solo sabe gestionar sus recursos personales, sino que también es capaz de ser empático y comprender puntos de vista y circunstancias ajenas. Esto lo convierte en un punto de apoyo para el equipo.
Desarrollo personal
El desarrollo personal del equipo dependerá fundamentalmente del tipo de persona que esté a cargo del grupo.
Un jefe estará centrado en la consecución de objetivos sin preocuparse tanto por la creatividad o pensamientos que se salga de ello. Esto impedirá a los compañeros desarrollarse más como persona.
La diferencia entre líder y jefe está en que un líder busca que todos los integrantes de su equipo sean capaces de desarrollarse como persona y que puedan usar el cumplimiento de los proyectos grupales como una base para el cumplimiento de los proyectos individuales.
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